26 de febrero de 2011

El mejor




Soy un espíritu libre, así me gusta definirme.
Nadie me dice lo que tengo que hacer, nadie se atreve a llevarme la contraria,
y el que lo hace, se puede llevar un buen golpe en toda la boca, por
tenerla demasiado grande.
Soy el amo, soy el centro de atención en las reuniones de amigos, soy
el gracioso, el que cuenta los mejores chistes, el que se lleva a las
tías más buenas.
Soy lo que ellas dicen: "un auténtico cabronazo".
¿Y?. ¿Algún problema?

No me dan ninguna pena. Disfruto cuándo se ponen a lloriquear porque no quiero volver a verlas. Me gusta disponer de ellas, usarlas un rato, consumirlas de placer, hacerles creer que hay algo más, que se sientan confiadas para lograr lo que me interesa. Un buen polvo.

No quiero ataduras, no me hacen falta. Hay muchas mujeres que piensan como yo, pero todavía queda alguna incauta que se cree que me voy a enamorar de ella. Esas son las mejores.
También las hay que van vestidas para matar, enseñan tetas, piernas,
carnaza. Te ponen cachondo, se te infla la polla, y cuándo vas a meterles mano, te dicen que es muy pronto para follar, que mejor esperamos a la siguiente cita, que quieren conocerme un poquito más.

A esas, zorras calientabraguetas, a esas las espero. Y cuándo llega el
momento de empalarlas, las ato a la cama y me las follo por el culo.
Gritan, se retuercen, lloran. No esperan que una polla de 22 centímetros las atraviese de tal forma.

Mientras lloran las azoto con toda la fuerza que puedo. Y cuándo termino de correrme, me gusta abofetearles la cara. Les hago arrodillarse ante mi.
Les exijo que me pidan perdón. Y las muy putas lo hacen.
Luego se van a sus casas sollozando, con las bragas mal puestas, y los pantalones a medio abrochar.
Dicen que me van a denunciar, pero yo soy más listo que ellas.
No pueden hacerlo porque ya me ocupo yo de no dejar marcas.
Ellas son las culpables.
Me hacen enfurecer, sacan lo peor de mi. Si se hubieran dejado follar desde el primer momento, no las hubiera atado a la cama.

Mi polla es mi universo, mi Dios particular, el centro gravitacional de mi existencia.
La cuido, la mimo, si la tuviera unos centímetros más larga creo que hasta me la chuparía. Alguna vez lo he intentado, pero mi flexibilidad no da para tanto, sólo pude rozar el glande con mi lengua.
Me gusta depilarme, así da la sensación de ser más grande de lo que es.
La cojo con mi mano izquierda y me masturbo a diario, incluso los días que tengo sexo. Soy un esclavo de mi verga.

Ayer mismo, mientras me tomaba unas copas en el pub que hay debajo de mi casa, me camelé a una morena tetona. Era impresionante. Nada más ver como andaba, se me puso
dura. Llevaba un pantalón pitillo ceñido, y un top de tirantes ajustado. Las tetas asomaban un poco por el escote. Parecía una mesonera.

Estuve observándola durante un buen rato. Me estaba poniendo enfermo. Hablaba sin parar con una amiga que era más fea que pegar a un padre.
No podía apartar la vista de sus labios, carnosos, húmedos. Esa boca tenía que ser mía, y de mi polla.
Ella se dio cuenta de que la estaba mirando y comenzó el juego femenino de la seducción.
Adelantó sus caderas, se puso más erguida todavía. Uhmmm... adoro los mensajes visuales.

Ya no podía aguantar más.
Me acerqué a la barra, me senté a su lado y le pregunté su nombre. ¿Para que andarme con rodeos?.
La amiga, de inmediato, pasó a un segundo plano. Así son de putas las mujeres.
Cuándo ven a un tío bueno que quiere rollo con ellas, les da igual que su amiga se pudra de asco.

Después de tomarnos varias copas, no se exactamente cuantas, le dije que si quería subir a mi casa.
Sin pensárselo dos veces me dijo que si, que tenia ganas de echar un buen polvo, le dijo algo a su amiga al oído y se levantó de la silla.
¡Será guarra!. Pero así me gustan, que no lo piensen, que sean decididas, que busquen lo mismo que yo.
Allí se quedo la pseudo amiga, sentada en la barra, con cara de idiota. A ver si viene un feo y le da lo que se merece.

Fuimos directamente a mi habitación.
Yo no podía dejar de mirar sus tetas. Tenía los pezones erectos, y en ese momento quise morderlos.
Le bajé el top, hasta que quedó por su cintura, desabroché el sujetador con una mano.
Quedaron libres de su prisión, erguidas para mi, pidiendo ser lamidas una y otra vez.
Todavía siento el sabor de sus pezones en mi boca. Grandes, turgentes, duros.
Ella me sujetaba la cabeza y la apretaba contra su pecho fuertemente, yo me estaba asfixiando, pero seguía comiendo.
Mis manos amenazaron a bajar hacía su pantalón. La desnudé por completo, solamente le dejé las bragas puestas. ¡Era una diosa!.

Extendió sus brazos, en señal de que me acercará a ella.
Mi polla asomaba por el calzoncillo, estaba húmeda, lubricada, lista para poseer a aquella preciosidad.
Mi lengua buscó su lengua, lamí su paladar, me enredé en ella, me tragué su saliva, ella tragó la mía.
Era salvaje, me mordía los labios, los succionaba otras veces. Yo estaba sin control, quería que me comiera la polla, y se lo dije.
Se arrodilló, desabrochó mi pantalón, me lo bajó hasta los tobillos junto con mi slip.
Agarró mi verga con fuerza, y la introdujo en su boca hasta la campanilla. Se notaban sus arcadas, pero la muy zorra quería más.
Le agarre de la cabeza, y no esperé a que ella se moviera, lo hice yo. Moví mi pelvis hacia delante y hacia atrás, ritmicamente, ella solo tenía que tener la boca bien abierta.
Estuve a punto de correrme en su cara, pero aguanté.
Quería empalarla.

Se levantó, me miró fijamente a los ojos y me dijo:
- No sabes como me gusta tu culo.
- ¿Si, nena? A mi me gusta el tuyo, y quiero probarlo.
- Lo vas a probar, pero primero lo haré yo.

Cuándo desperté, estaba atado al cabecero de la cama, boca abajo y con un dolor en la nariz insoportable.
Un dolor que me subia hasta los ojos y acababa en mis sesos.
Escuchaba voces y risas, pero no podía ver bien, tenía la mente confusa.

Alguien se subió en la cama, me levantó las caderas y aprisionó mis piernas con las suyas. Era fuerte.
Se acercó a mi oído y me dijo.
-Vas a tener lo que más te gusta-
Era la hijaputa morenaza tetona.
-¡Pero que coño es esto!- grité yo.
-Coño no, mi vida, polla.

Me rompió el culo, ni vaselina ni ostias. A palo seco.
Creí que me rompía por dentro. Entró y salió de mi tantas veces que quise morirme en ese instante.
Reía y jadeaba hasta que se corrió dentro de mi.
Se bajó de la cama, se acercó, me dio la vuelta retorciéndome los brazos. Las ataduras me hacían daño.
Yo comencé a sollozar, esto no me podía pasar a mi.

De nuevo alguien se subió encima de mi. Miré de frente, y era su amiga, la fea.
Fue arrastrando sus rodillas por el colchón hasta que su polla estuvo a la altura de mi cabeza.
La morenaza, me incorporó un poco, y su amiga metió su verga en mi boca.
- Mamón, ¡come!.
Comí, mientras cerraba fuertemente los ojos, y las lágrimas resbalaban por mis mejillas.
Me lo tragué todo, no pude escupir porque la fea apretaba mis mandíbulas, casi ni podía respirar.

Se vistieron, mientras comentaban la jugada. Me insultaban, me escupían a la cara.
No podía creer lo que me estaba ocurriendo.
Yo..., ese no era yo. Era una pesadilla. Tenía que despertar.
¡Venga, despierta!, ¡gilipollas!.
Pero estaba despierto, con dolor de nariz, de cabeza y atado a la cama.
Con el ojete abierto de por vida, y con ganas de llorar.

¡Que putas son todas!



2 comentarios: